Guillermo David: "Toda nación es un pacto sobre olvidar genocidios y decidir qué somos"


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Programa N° 649. Nos visitó el escritor, investigador y ensayista Guillermo David para hablar de El indio deseado, del dios pampa al santito gay, su libro editado en 2009 que casi diez años después está a tiro de reedición ampliada.

El dios pampa es Juan Calfulcurá, cacique y estratega deliberadamente ninguneado por la historiografía argentina (la misma que hasta no hace mucho consideraba a la pampa "un vacío"). Para restituir esa dimensión silenciada y negada a lo largo de los años, David emprendió una investigación donde se encuentra con que Calfulcurá es hijo de un cacique huiliche que había guiado a los ejércitos independentistas de San Martín y O'higgins a través de la cordillera. Es también quien ve avanzar la primera llamada conquista del desierto que lleva adelante Rosas en 1833 ("un genocidio planificado que abre la frontera agrícola en lo que hoy conocemos como Provincia de Buenos Aires"). Calfulcurá no se queda quieto. Al malón blanco de Rosas responde con un malón indígena atacando al cacique Rondeau -aliado de Rosas- y estableciendo una confederación en alianza con otros jefes territoriales. "Es un Estado que dura cuarenta años y que le impone tributo a Rosas y a Urquiza". ¿O sea que estamos hablando de un jefe de Estado? "Un gran jefe de Estado con alianzas permanentes, intercambio y tráfico de bienes, con un ejército, tenía cautivos... Hoy anacrónicamente diríamos que es un Estado totalitario, todo lo que quieras, pero era un Estado", remarca Guillermo.

Si Calfulcurá era un gran guerrero y nunca perdió una batalla (excepto la de San Carlos a sus 90 años "porque adopta el sistema blanco y abandona las estrategias de guerra propiamente pampa"), la historia de su hijo Manuel Namuncurá es bien otra. "Es un problema shakespereano el de la sucesión de un gran cacique", dice David. Una vez más la pregunta por quién hereda.

La asunción de Manuel Namuncurá coincide con el inicio de la segunda conquista del desierto de Roca: "Presenta batalla, pierde, se repliega, le capturan a gran parte de su familia y se entrega". Allí suceden dos episodios para prestar atención: uno es que "se transforma en su otro", lo que quiere decir que comienza a asimilar las pautas de su enemigo. Es impresionante la foto donde aparece vestido con ropaje de coronel del ejército. "Es la figura del derrotado", asevera Guillermo.

El otro episodio es la entrega de sus hijos Julián y Ceferino (que no se llamaba así, sino Morales), uno al ejército y el otro a los salesianos. "Ceferino es una víctima de esa derrota de Namuncurá, es un niño apropiado". El misterio que Guillermo David trata de develar es por qué Ceferino es dado a los curas y no al ejército. En ese recorrido se encuentra con que los documentos de época confeccionados por la Iglesia hacen referencia a la feminización de la figura de Ceferino, es decir que "todos hablan de él como una nena". Allí empieza un rastreo por la historia mapuche y descubre que el niño gay ("cometiendo un anacronismo infernal") es separado del grupo étnico y destinado a la relación con Dios, con lo sagrado. "Son las machis", dice. "En la sociedad mapuche Ceferino hubiera sido una machi".

Los dejamos con la conversación para peinar la historia a contrapelo y hurgar en las consecuencias de esa alianza que combinaba misión evangelizadora de la Iglesia con designios civilizadores del Estado argentino. La descargan ACÁ o la escuchan abajo. En radiocut está completa. En el enlace de descarga falta una parte.

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"El lenguaje, aún el más transgresor en la época contemporánea que vivimos desde hace tres o cuatro siglos, no deja de ser uno de los modos de circulación del capital. Aunque pretenda ser lo contrario, ¿no?"
 
La conversación con Guillermo David, en el fondo, no fue otra cosa que merodear el problema del lenguaje: el don de lenguas de Calfulcurá, la importancia de los mediadores (también llamados lenguaraces), la pertinencia o no de reemplazar la denominación indios por la de pueblos originarios, etc. Antes de la entrevista, en el programa estábamos compartiendo unas reflexiones de Mario Montalbetti sobre su libro recién editado en Argentina Apolo Cupisnique. Entre otras cosas el poeta y lengüista decía que el capitalismo como sistema detesta el lenguaje, y que el lenguaje es su gran enemigo porque permite pensar, protestar y resistir. No se quedó ahí, también aseveró que la novela murió en el SXX al ir detrás de las artes visuales y volverse finalmente un arte visual.

Guillermo escuchaba y decía que no estaba de acuerdo, entonces ni bien se prendió la luz de aire le preguntamos en qué disentía. "Siempre cometemos afirmaciones tajantes respecto de cómo funciona el mundo", nos dijo en relación a las aseveraciones de Montalbetti. Para desarticularlas hizo un largo recorrido y desarrollo del que remarcamos este párrafo:

"Toda estética se articula perfectamente con el mundo. Toda estética siempre articula con el mundo contemporáneo (...) Es decir, el lenguaje, aún el más transgresor en la época contemporánea que vivimos desde hace tres o cuatro siglos, no deja de ser uno de los modos de circulación del capital. Aunque pretenda ser lo contrario, ¿no? De hecho editamos libros que se venden en el mercado. Aunque los regalemos siempre es el mercado el mecanismo de construcción social de la literatura. Antes no era el mercado, eran los monasterios en la Edad Media y eran de algún modo un mercado, un modo de circulación de la palabra que estipulaba estríctamente intercambio simbólico entre las distintas órdenes religiosas, con su veta de prohibiciones y legalizaciones, con sus inquisiciones... Es el rol que toman los críticos y los lingüístas. Esos formatos en los que circula la palabra van transmutándose, van adecuándose a cada época, pero no dejan de ser una articulación social del mundo real tal cual como lo vivimos en nuestra más crasa materialidad. Digamos, somos empleados, trabajadores, productores de plusvalía... ponele el nombre que quieras; o somos empresarios, aristócratas dueños de campos, y de algún modo nuestras palabras, nuestras producciones simbólicas, siempre van a estar articuladas con ese universo. Por eso, uno desearía que hubiera una palabra emancipada que fundara un mundo de iguales donde no hubiera clases sociales, no hubiera opresión y no hubiera guerra. Ese es un desideratum fundamental de todo aquel que habla, que escribe o que piensa desde este lugar de la grieta, para decirlo de algún modo. Pero no hay que ser ingenuos tampoco: sucede y ancla en un universo que está atravesado por esas guerras sociales o lo que haya. Entonces, no hay lenguaje inocente para mí y no hay contradicción absoluta entre el discurso visual y el discurso de la literatura. La novela tiene su forma en el cine del SXX, eso no significa que haya perdido su potencia narrativa".

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Lenguaje visual. "Atahualpa Yupanqui decía: 'Que tus palabras sean mejores que tu silencio'. Con lo cual plantea el imperativo que es moral en el sentido pleno de la palabra, es decir que articula con la idea de verdad con lo que decimos en el lenguaje. El imperativo es que el lenguaje de algún modo capture aquello del orden de lo real en el mismo momento en que lo produce. El lenguaje produce realidad, toda guerra es una guerra de lenguajes, por lo tanto decimos guerra y decimos muerte también. Pero esa relación con la imagen es otro de los registros en los cuales el lenguaje sucede. Montalbetti hablaba de la funcionalidad del lenguaje visual en relación al capitalismo. Bueno, esto ha sido muy discutido. Rápidamente uno podría decir que hay una caída del mundo de la lectura o de la escritura en función de que predomina en los modos de consumo social el lenguaje visual; sin embargo cada vez se escribe más. No hay nadie que pueda construir un relato visual sin apelar a una estructura de lenguaje y al lenguaje explícito oral y escrito".

Lenguaje-regla. "La relación entre lenguaje y regla es una de mutua interdependencia. Es como cuando se estudian las vanguardias literarias: las vangurdias terminan siendo siempre, de algún modo, la pauta de la literatura oficial por venir. ¿Qué es el surrealismo que impregnó los discursos visuales de la década del 40 en adelante? En la tele no existiría el videoclip sin el surrealismo. Fue un grito para intentar decir que el lenguaje había encontrado sus límites y que debía apelar al lenguaje visual y a la destrucción de las imágenes capturadas en el significante. Eso, si lo miramos desde ese punto de vista, fracasó, porque lo que produjo fue una nueva estética y como toda estética se articula perfectamente con el mundo. Toda estética siempre articula con el mundo contemporáneo (...) Es decir, el lenguaje, aún el más transgresor en la época contemporánea que vivimos desde hace tres o cuatro siglos, no deja de ser uno de los modos de circulación del capital. Aunque pretenda ser lo contrario, ¿no? De hecho editamos libros que se venden en el mercado. Aunque los regalemos siempre es el mercado el mecanismo de construcción social de la literatura. Antes no era el mercado, eran los monasterios en la Edad Media, y eran de algún modo un mercado, un modo de circulación de la palabra que estipulaba estríctamente intercambio simbólico entre las distintas órdenes religiosas, con su veta de prohibiciones y legalizaciones, con sus inquisiciones... Es el rol que toman los críticos y los lingüístas. Esos formatos en los que circula la palabras van transmutándose, van adecuándose a cada época, pero no dejan de ser una articulación social del mundo real tal cual como lo vivimos en nuestra más crasa materialidad. Digamos, somos empleados, trabajadores, productores de plusvalía... ponele el nombre que quieras. O somos empresarios, aristócratas dueños de campos, y de algún modo nuestras palabras, nuestras producciones simbólicas, siempre van a estar articuladas con ese universo. Por eso uno desearía que hubiera una palabra emancipada que fundara un mundo de iguales donde no hubiera clases sociales, no hubiera opresión y no hubiera guerra. Ese es un desideratum fundamental de todo aquel que habla, que escribe, piensas desde este lugar de la grieta, para decirlo de algún modo. Pero no hay que ser ingenuos tampoco: sucede y ancla en un universo que está atravesado por esas guerras sociales o lo que haya. Entonces, no hay lenguaje inocente para mí y no hay contradicción absoluta entre el discurso visual y el discurso de la literatura. La novela tiene su forma en el cine del SXX, eso no significa que haya perdido su potencia narrativa".

Pacto. "Toda nación es un pacto sobre olvidar genocidios y sobre decidir qué somos. En un momento se decidió que éramos argentinos. Hasta 1870 había huiliches, mapuches, tehuelches, había ocloyas, guaraníes, las cuarenta y pico de etnias que habitaban el territorio argentino. Y había argentinos, italianos, ingleses, y había de todo, y ser argentino era una identidad en discusión, era una guerra simbólica en disputa. Ahí viene la cuestión de la narrativa; es la literatura la que construye la identidad".

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