Los días distintos de Andrés Calamaro según Walter Lezcano


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Alta Suciedad, Honestidad Brutal y El salmón son milagros que definen épocas. Así de corta la bocha.Y tan es así que Walter Lezcano acaba de editar Días distintos. La fabulosa trilogía de fin de siglo de Andrés Calamaro (Gourmet Musical), un libro donde analiza minuciosamente esos tres discos que fueron la manera que tuvo AC de dar su salto al otro lado mientras a la par narraba el salto del país al abismo pre-2001.

Lo primero que habría que decir es que a Lezcano se le ocurrió una idea que a nadie antes: escribir un libro sobre Andrés. "Hay muchos libros sobre Fito, sobre Charly, sobre Spinetta, y Calamaro no había tenido su momento dentro de lo que es la literatura de rock de este país", dice con justeza. ¿Cómo es posible que eso sea así? Un modo de ningunearlo, quizás. También habría que agregar que habiendo podido hacer un biografía más extensa, el periodista decidió situarse en el centro neurálgico de la obra del músico: "Yo vi muy claro cómo esos tres discos habían marcado el final de la década del 90. Creo que esos tres discos anticiparon la crisis del 2001", dice.

De la elegancia de Alta Suciedad, donde grabó con los mejores músicos sesionistas del mundo y logró un sonido que pocos discos argentinos tenían en ese momento, al low-fi deliberado de El Salmón, lo que Lezcano analiza es la radicalización de un artista que logró imponer sus condiciones a una industria que estaba en la antesala de un cambio de paradigma. Calamaro no lo veía como una patriada, pero sabía que su fascinación por publicar las grabaciones caseras tal cual las había escupido en sus días y noches de animalización (el primer antecedente fue Grabaciones Encontradas en 1993) sería motivo de pulseada con la compañía. Eso se aprecia en los tiros por elevación que mandaba a través de la prensa antes de sentarse a negociar la publicación de Honestidad Brutal o El Salmón.

Lezcano entiende algo que es fundamental para leer esos discos 20 años después: Calamaro diseñó bajo qué parámetros quería ser leído, por eso sus canciones crecieron en la consideración de la gente con el paso del tiempo y sus grabaciones en Deep Camboya son escuchadas (también) como la consecuencia de una voluntad de trabajo inquebrantable. Para pensar eso es preciso reivindicar la grabación como una instancia de creación. "Calamaro habla de la velocidad real de la mente del músico. Cuando la canción nace tiene una esencia de diamante en bruto. Él cree que ese es el momento ideal donde la canción ya está terminada. Después viene la profesionalización: hagamos el demo, la maqueta, que venga un productor... Hasta que sucede eso pueden pasar meses, entonces Calamaro dice: 'Yo quiero sacarme esto de encima ya'. Hay una fusión entre vida y creación, no quiere salir de ese estado. Es meterse en un estudio de grabación o crear el estudio en el living de tu casa, como hizo en HB y en El Salmón. Entonces, hay unas ganas de Calamaro de ir estableciendo relaciones directas con sus creaciones y que eso llegue con ese nivel de pureza al otro, al que escucha. Hay una apuesta artística en eso también: este es el mejor productro, la mejor canción que podemos hacer porque estas son las condicioens para hacer buenas canciones".

Los ensayos que componen el libro se nutren de lecturas (la literatura ha sido una gran aliada a la hora de pensar al artista: desde Piglia hasta Fabián Casas y Martín Gambarotta, desde Calvino a Jack London), de rastreo de entrevistas en gráfica y televisión (la de Susana Gimenez es un hallazgo) y de la escucha minuciosa de cada una de las canciones que integran los 8 discos que componen la trilogía.

Abajo dejamos la conversación con Walter Lezcano. En el fondo, creo que es un libro sobre la creación. Aquel Calamaro estaba detrás de la canción perfecta y la buscaba llevándola a un tratamiento sonoro extremo, con la cocaína como combustible espiritual y el deseo de entrar en el olimpo del rock argentino como norte. El diálogo giró alrededor de un artista en estado de gracia que dejó de pensar en términos de producto para pensar en obra.

Escuchan la charla abajo, la descargan ACÁ.

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Puestos en la cancha. "'Mis canciones suenan bien porque están bien grabadas', le dijo a Pablo Plotkin. Parece una cosa evidente, pero no lo es tanto cuando pensamos en alguien que parece que las cosas le resultaron fáciles, sencillas o tiene una habilidad. No es así. La lectura que yo hago de Andrés es que es un artista que juega en muchos puestos en la cancha, puede tirar el centro e ir a cabecear".

Canción de protesta. "Calamaro estaba creando su propia canción de protesta al costado de lo que era Charly, de lo que era Fito, incluso León Gieco. En esos años estaba construyendo cierto tipo de canción de cómo quejarse frente al estado de las cosas, sea una pareja que se derrumba o un país que estaba haciendo implosión".

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