"No hay que twittear indignado nada, hay que comprender las políticas económicas, culturales, sociales y devastadoras que están implementando" - Juan Pablo Ringelheim habla sobre sociedades indignadas y redes sociales.


 
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Juan Pablo Ringelheim es docente, ensayista y escritor. Lleva adelante el seminario 'Problemas contemporáneos de la tecnología y la comunicación' en la carrera de Comunicación de la UBA. Hace unos meses nos encontramos con un posteo suyo en facebook que comienza así: "El poder quiere a la población de perfil. Perfilados en las redes. Irritados, alterados, descargando la furia sobre los teclados. Irónicos, provocadores, argumentadores, ingeniosos, cínicos, insultantes, amos y dueños de nuestra parcela digital a la que accedemos con una contraseña como si se tratara de una bóveda llena de poder y libertad".       El post es más largo y al aire lo leímos entero, pero ese primer párrafo alcanzó para recordar algo que tendríamos que repetirnos al menos una vez al día: la técnica no es neutral y avanza prescindiendo de nuestras directivas individuales. O mejor dicho: no es tan cierto eso de que uno hace con la tecnología lo que quiere.

¿Pero qué significa que la técnica no es neutral? ¿En qué medida el masajeo de la indignación que proponen las redes sociales desde su diseño mismo no está construyendo un tipo de sociedad que se vuelve terreno fértil para la aparición de "gobiernos de nuevo tipo"? En su visita a nuestro programa Juan Pablo -estudioso del vínculo entre técnica, sociedad y comunicación- comenzó a explicarlo así:

"En las tecnologías de comunicación, por ejemplo en twitter, hay que ver no sólo el contenido que transportan, es decir las palabras o el contenido ideológico que puede tener una cuenta de twitter de un político de derecha o un ciudadano de izquierda o un militante kirchnerista; sino la forma. Y en cuanto a forma twitter no es neutral porque supone comentarios de sólo 280 caractéres. Eso es la forma. Y además supone otras reglas tácitas como la que implica capturar rápidamente la atención de un lector que generalmente está desatento, que tiene la computadora con otras ventanas abiertas, por ahí la tele de fondo, y esa captura de la atención del lector desatento implica que el posteador de twitter (independientemente de qué ideología tenga, insisto: se puede decir cualquier cosa) escriba tuits llamativos, por lo tanto picantes, por lo tanto polémicos, por lo tanto que interpelen emocionalmente al lector. Y el lector, a su vez, lee esos tuits al rojo vivo mezclados con otros tuits de otra gente que dice otra cosa, entonces se le mezcla fragmentariamente lo que dice el político con lo que dice la hermana, el cuñado, el deportista, el artista, el músico. Esa es la forma. Por eso decimos que no son neutrales las tecnologías, porque en cuanto forma transmiten un mensaje. Esa es la famosa fórmula que dijo el teórico norteamericano de la comunicación [Marshall] McLuhan: 'El medio es el mensaje'. Yo diría la forma en este caso. El mensaje es 'no tengas pensamientos demasiado extensos, publicá cosas de fácil asimilación intelectual y emocional, estresá al lector para que retwittee eso que mandaste y se viralice'... un montón de desastres desde el punto de vista racional y argumentativo que para mí explican la emergencia de gobiernos de nuevo tipo".

Ese tipo de comunicación recalentada y perecedera suprime el pensamiento y va diseñando una sensibilidad que ya no sólo es intolerante con el otre, sino también con los tiempos extensos, con los libros largos, con los discos que duran más de cuatro canciones, con la poesía, o con las imágenes y planos prolongados en el cine. "Por eso te digo - remarca Juan Pablo- pasás con el dedo las historias y una te muestra un casamiento, otra te muestra una marcha y otra te muestra un plato de comida. Eso va generando un desorden, una fragmentación argumentativa, mental y emocional que no es inocua, tiene algún vínculo con la infantilización del electorado. La respuesta sólo emocional frente a un argumento es estar en el plano de la posverdad y las redes tiene que ver con eso".

¿Frente a esto qué hacer?, le preguntamos. ¿Retirarse?, ¿desconectarse? "A mi juicio no hay que twittear indignado nada, hay que comprender las políticas económicas, culturales, sociales y devastadoras que están implementando", resume.

En la charla completa también hablamos del humanismo y el posthumanismo que delega las decisiones en un algoritmo / del estrés y la irritación que forman comunidad / J.P Zooey / las clases públicas, etc. La descargan ACÁ y la escuchan on line en el link de radiocut.


"Es muy usual, es el pensamiento más común, pensar que las tecnologías no son neutrales. Es decir, no tienen ningún efecto más allá del contenido del que la llenemos. Eso es cierto, pero es muy corto porque se nos está pasando por alto la forma".

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Juan Pablo Ringelheim también es escritor. Durante casi una década su nombre público estuvo escondido detrás del seudónimo J.P. Zooey con el que editó entre otros la colección de relatos Sol artificial (2009) y las novelas Los electrocutados (2011) y  Te quiero (2014). A su alrededor se generaron todo tipo de especulaciones hasta que un buen día decidió develar el misterio antes de que el hechizo fuese roto por algún otro. El fin último fue abandonar esa máscara que ya lo encorsetaba más de lo que lo liberaba para la escritura.

"Antes, los que sabían (que eran pocos), me preguntaban por qué usaba el seudónimo", dice. "Ahora me empezaron a preguntar por qué dejarlo y no sé. Creo que ya no lo necesitaba para separar dos personalidades o dos perfiles [risas]: uno que es el docente que por ahí publica un ensayo y que tiene que tener una posición sobre determinados temas como la tecnología y la comunicación; y el otro que es el que escribe, en el que sigo llamandome J.P Zooey y quiero libertad absoluta, quiero prescindir de cualquier posición fija y de cualquier tipo de posicionamiento moral, ético o político. No me interesa nada que me pueda bloquear, no quiero una coherencia entre mi literatura y todo lo que venimos hablando, quiero que se pueda crear una novela donde la alienación tecnológica sea maravillosa, bien vista, disfrutada y gozada eróticamente. Creo que las novelas no tienen que transmitir necesariamente un mensaje coherente con la idiología del autor. Esa división de nombres y personalidades a mí me sirvió".

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Gobiernos de nuevo tipo y redes sociales. "Para mí están enlazados, no es casual. Independientemente de que Cambridge Analítica haya manipulado los votos en EEUU, en Argentina o en Inglaterra, la forma de facebook, de twitter o de instagramm nos pone como niños en un pelotero con pelotas de colores que mandamos a raudal sin reflexionar ni profundizar en eso. Así es como nos estamos comiendo buzones, por no decir que nos estamos pegando tiros en el pie, con los gobiernos que elegimos. Es una mirada sesgada la que tengo, pero porque yo estudio la tecnología. Otro podría explicar esto de acuerdo a estructuras económicas, pero mi aporte es ese... si es que es un aporte, ¿no?".

El estrés y la irritación. "Volcar el odio, la furia y la impotencia que se tiene al teclado es una forma de drenar una energía que podría vehiculizarse en la calle, en organizaciones, en militancia, en un montón de cosas, ¿no? Por otro lado, me parece que lo que está formando comunidad, con el apoyo de las redes y la televisión, es el estrés y la irritación. ¿Qué quiero decir? Instalar un tema que involucre emocionalmente a toda la población durante uno o dos días, una semana o quince días y que todo el mundo se ponga a twittear, retwittear, a comentar, a indignarse, a apoyar, a enviar corazones sobre ese tema, forma una suerte de lazo comunitario nacional que inmediatamente se desvanece para dar paso a otro tema. Esta idea la dice un filósofo que se llama Peter Sloterdijk en un lirbito editado por Ediciones Godot que se llama Stress y libertad. Él dice que la comunidad nacional se hace estresando a la gente, irritándola y molestándola tanto que meta los dedos en el teclado y se ponga a hacer lazo comunitario, grupos y post. Por lo tanto, a veces caemos en trampas. A mi juicio no hay que twittear indignado nada, hay que comprender las políticas económicas, culturales, sociales y devastadoras que están implementando".

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