"Es muy difícil pensar los 60 desde la idea del artista o el intelectual encerrado en su escritorio o en su taller. Los 60 son encuentro, intercambio"

Ana Longoni se dedica desde hace mucho tiempo a pensar los cruces entre arte y política. En esta charla movilizadora hablamos sobre las intervenciones de Oscar Masotta en el campo del arte y pensamos por dónde pasa la vanguardia hoy. La descargan ACÁ.

 
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Programa N° 610. Nos visitó Ana Longoni, investigadora del CONICET, profesora de la UBA y doctora en Arte. Este año se reeditó Revolución en el arte, el libro que compila los textos sobre vanguardias artísticas escritos por Oscar Masotta entre 1965 y 1969. La edición primera salió en 2004 y contaba con tres textos fundamentales nunca publicados hasta el momento: El pop art (1965), Happenings (1967) y Conciencia y estructura (1968). Para la actual se le agregaron otros textos y mantiene el esclarecedor estudio preliminar a cargo de Longoni, quien además es la responsable de la edición.

En los trece años que pasaron entre una y otra edición el conocimiento de esta zona de la obra de Masotta fue in crescendo. Era sabida su vinculación con el psicoanálisis, la crítica literarira en Contorno o su interés por el existencialismo sartreano, pero en los últimos años ha sido revisitado por su investigación teórica en el campo del arte. "Sobre todo desde el arte contemporáneo, desde los artistas, pero también por investigadores y curadores", nos dijo Ana. Como ejemplo podemos decir que en el Museo de Arte de Seúl quieren hacer una muestra de arte latinoamericano que incluye a Masotta.

Recorrida de la charla: La importancia de Masotta / sus intereses múltiples, superpuestos y en retroalimentación / el autodidacta / el que producía en intercambio con otros / Arte de los medios /  los happenings que llevó a cabo / ¿por dónde pasa la vanguardia hoy? / el activismo y las posvanguardias.

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Intereses múltiples de Masotta. "En Masotta es muy difícil pensar en territorios estancos, pensar sus intereses como intereses compartimentados o como capítulos cronológicos. Sus intereses son múltiples, superpuestos, y se retroalimentan. Así también su hacer como artista, a pesar de que no se reconocía como artista. Tenía que ver con un interés teórico que a su vez alimentaba su práctica".

Propiciador de intercambios. "Masotta nunca tuvo legitimidad porque no terminó su carrera de grado. Él estudió filosofía en la UBA pero no se recibió, entonces no estaba habilitado para ser profesor. Pero, sin embargo, muchos lo tomaban como un maestro porque era una persona con una formación muy basta y muy generoso en el modo de dar, muy propiciador de intercambios. Para Masotta el aula no era tanto la universidad, sino el bar Moderno, lugares de encuentro con artistas, con músicos y con intelectuales. Ese era el lugar de transmisión. Y la invención de los grupos de estudio como modo de poner en circulación libros, lecturas, conocimiento".

Lo colectivo. "La excepcionalidad de su trayectoria no nos debería hacer olvidar que él fue parte de un colectivo. Y que Masotta es Masotta también en diálogo con otros artistas y con otros intelectuales que retroalimentan su pensamiento y que son inescindibles. O sea, es muy difícil pensar los 60 desde la idea del artista o el intelectual encerrado en su escritorio o en su taller. Los 60 son encuentro, intercambio".

Las resistencias de la izquierda. "Yo creo que Masotta resistió mucho la tendencia hegemónica de los intelectuales de izquierda de ese momento. La resistió defendiendo el quehacer intelectual como un modo específico de acción política. El decía: 'Lo que yo sé hacer es pensar y son ideas lo que puedo aportar en la revolución'. Eso me parece que va a contrapelo de una tendencia muy fuerte en la intelectualidad de izquierdas, pero también nos dice mucho respecto del presente y de cómo entendemos la práctica pólítica en un sentido muchísimo más amplio que esa única vía".

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La vanguardia. "Cuando hablamos de una categoría, de un artefacto conceptual como el de vanguardia, yo creo que es necesario siempre no convertirlo en una suerte de etiqueta fija que se asocia a ciertos procedimientos, sino a los efectos que puede producir. Eso lo dice Peter Burke: 'Lo importante de la vanguardia es producir shock'. Algo que vos ya sabés que va a pasar no te produce más shock. Algo que en los 20 podía ser disruptivo lo ves en los 90 convertido en un recurso asimilado y legitimado. Entonces, eso no es la vanguardia. La vanguardia es la reinvención de una potencia disruptiva del arte que tiene que ver con generar resonancia, repercusiones, ecos y transformaciones".

El activismo. "El arte puede renunciar al estatuto de autonomía que le legó la modernidad y puede apostar a tener algún tipo de incidencia, de efecto, de transformación sobre su entorno. Eso es un corrimiento y un desplazamiento bien fuerte. Por otro lado está cómo definimos la autoría. El activismo apela a producciones colectivas, donde no se distingue si alguien es artista o no, hay saberes múltiples que se ponen en juego, no solo en el mundo del arte sino en el mundo de la política, en la vida cotidiana, mucho más allá de las instituciones legitimadas del arte. Brian Holmes las ha llamado las posvanguardias".

Polemista. "Masotta era un gran polemista y era un modo de llamar la atención. Discutió mucho y algunos no se lo perdonan hoy. Hay gente enojada cincuenta años más tarde. En el caso de Darío Cantón (poeta y sociólogo) y Gregorio Klimovsky (epistemólogo), le echaban en cara -tanto a Masotta como a los del Arte de los Medios- el hecho de que hubieran elegido algo tan 'frívolo' como el happenning en vez de preocuparse por problemas tan serios como el hambre en el mundo. Y lo que contesta Masotta (...) es que realmente no hay un territorio de intervención frívolo, despolitizado, lúdico y por eso descalificado como apolítico, sino que es un territorio también susceptible de intervención política. Eso me parece una idea muy potente, ¿no?".

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