Entrevista con Sofia Viola para descargar - "La voz no tiene reemplazo. A vos se te caga un pulmón y te pueden hacer un transplante, la voz no tiene transplante. Entonces hay una responsabilidad".


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Programa N° 474. Se va la segunda (hora). Lo que subimos hoy es la charla que mantuvimos con Sofía Viola, una de las voces más singulares de la actualidad, que en 2013 editó Júbilo, disco que contó con la producción (impecable) de Ezequiel Borra, y que hoy por la noche cierra su círculo tocándolo en el ND Teatro.

Nobleza obliga, el primero que hace muchos años nos habló de Sofia es Mingo (en aquel momento al frente de FMP3). "Vos tenes que escuchar lo que hace, todavía no grabó disco pero tiene una voz que ustedes deben conocer", nos dijo. Era cierto. Sofía recuerda esos tiempos en San Marcos Sierra -donde conoció a Mingo- y se ríe. 

Sofía es compositora y si bien sus canciones son hermosas, lo que guardan en su interior sólo aflora cuando la voz que las canta es la suya. Gran parte de su éxito tiene que ver con su interpretación. Y con el color de su voz, una que se sabe bien latinoamericana pero que de repente puede sacar de adentro el fantasma de Janis Joplin en un alarido que parace llegar de tiempos inmemoriales.

En la charla nos dirá que también escuchó mucho tango y recordará la tarde ( o la noche) en que en su casa pusieron un disco de Tita Merello y cómo esa manera arrabalera de cantar la cautivó para después entrometerse en su propio modo de cantar.

El canto. Nos contó la primera vez que alguien le hizo notar que cantaba bien y cómo fue el derrotero posterior hasta conocer a Diana Lecuna, su profesora de canto:

"Encontré mi gurú, mi maestra. Se llama Diana Lecuna, tiene 82 años. Ha sido maestra de Daniel Melingo y recuperó la voz del Negro Rada. Es una mujer con un camino muy largo: fue maestra del Teatro Colón, es médica. Yo con ella encontré mi camino: el de cuidar la voz. Aunque es muy dificil no querer fumarse un cigarrito, o de repente ir a un bar y no hablar fuerte al pedo, o no dormir mal o que no falte algún nutriente. Hay que estar muy atento para que la voz funcione. La voz no tiene reemplazo. A vos se te caga un pulmón y te pueden hacer un transplante, la voz no tiene transplante. Entonces hay una responsabilidad, mas allá de las canciones: mantener mi voz sana. Y es muy dificil".

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El destino del canto. Volviendo al tema de la responsabildad, otra cosa que Sofía aprendió en el camino es que cuando uno tiene un don, no hay porqué guradárselo para uno. Es mejor brindarlo, sacarlo afuera.

"Yo antes prefería hacer la mia y ya. Una vez leí un texto de Atahualpa Yupanqui que me regaló mi primo sobre el destino del canto y decía que no sirve quedarte las canciones y cantártelas a vos (...) Yo canto una canción y veo que los niños se encantan, los jóvenes también y los viejos también. Si mi misión es andar por todos lados haciendo reir y cantando y compartiendo estas canciones que me salen, no me queda otra que hacerlo. Siento una responsabilidad. Siento que vine al mundo para eso". 

"Por otro lado, no importa que te aqueje un mal físico, no importa que el mundo te sea indiferente; hay que mantenerse ahí y hacerlo. Hay momentos en que también es agotador, es un ritmo que cansa mucho el de viajar. Pero yo después tengo la chance de tomarme vacaciones cuando se me cante porque mi jefe soy yo. Y es un momento para aprovechar también porque ahora puedo estar  muy cerca de la gente. Viajo y a veces me toca dormir en la casa de alguien, es lo que toca y está buenísimo. A veces es más lindo dormir en la casa de una familia que ir a u hotel re frío (...) A mí me gusta ir a las casas. Y aparte ir desde un lugar cero pretensioso. Yo sé a lo que voy, el resto me chupa un huevo. No me importa  que me den de comer, de última yo después me compro una fruta o me hago de comer yo. No importa. A veces eso es lo que condiciona a muchos artistas. No sé porque creen que tiene que comer sushi"

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