"Lo que me parece extraordinario de Spinetta es que era un tipo" - Martín Graziano presenta su libro sobre El jardín de los presentes




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"El Jardín de los presentes" fue lo primero que le salió decir a Martín Graziano cuando Horacio Roque Di Pietro (director de la colección Vademecum) le hizo el ofrecimiento de escribir  un libro sobre un disco. "La razón, que siempre llega tarde, trató de armar el artefacto crítico e intelectual que justificara esa elección", nos dijo el autor en la charla (otra más) que mantuvimos al aire de nuestro programa N° 625.

Entonces se puso a pensar en argumentos: "El enclave es 1976. Es el año de la dictadura, por supuesto, pero también el año en que Spinetta tiene su primer hijo y el año que cierra la parábola grupal, porque si bien después viene Jade, ahí ya no tiene la lógica de una banda. Y además esta constelación que armaban Spinetta, Piazolla y Borges. Eso fue lo que apareció y dije: 'Es un libro posible'".

¿Cómo se reconstruye una historia?. Esa ha de ser la pregunta que se aparece cada vez que escribe un libro de estas características. En Tigres en la lluvia. La aventura de Invisible en 'El jardín de los presentes', el periodista encara como desde cero y entrega un trabajo artesanal (y musical) de hilación de hechos, notas de archivo y testimonios que estaban separados y que al ponerlos en relación, traerlos a la actualidad y cotejarlos con otras voces adquieren una dimensión histórica que pesa.

La tarea primera de Graziano ha sido transitar los primeros años que van de Almendra a Durazno sangrando. Lo hizo como quien levanta lo que había quedado al costado. Detectó olores de época y se detuvo en cada posta previa a la grabación del disco en cuestión. Para cuando llegamos a 1976 ya sabemos lo que fue el olvidado grupo Robot, que Luis estaba de vuelta del hippismo, que para llevar adelante la presentación de Artaud fue a buscar a una figura que estuviera fuera del negocio de la música como Miguel Grinberg, que la irrupción de Pappo en el rock argentino lo lleva a plantearse un desafío como guitarrista, o que estaba podrido de ser SPINETTA y un poco por eso decide formar el trío Invisible: para tratar de ser uno más de los tres lados de ese triángulo inaudito en la música del mundo.

Con la preparación de El jardín de los presentes el trío Spinetta-Pomo-Machi se amplia y suma a un jovencísimo Tomás Gubistch como un modo de campear la crisis humana en la que convivían. Ese detalle abre todo un mundo para el disco y para el libro. La familia Gubistch encontró en la pluma de Graziano (quizás sin haberlo pensado nunca) quién reivindicara una historia de inmigración y grandes bibliotecas que no dejaban ver el color de las paredes. "Me acuerdo que Gustavo [Spinetta] empezó a reconstruir un poco el mapa y me dijo que la familia de los hermanos Gubistch tenían una biblioteca y empezó a hablar de eso. Y yo dije: 'Acá hay otra cosa'", recuerda Graziano. Entonces, empezó a tirar del hilo: exilio, padre periodista, madre dueña de un anticuario en la Galería del Este, el contacto con Borges, la visita a la casa de Jorge Luis, etcétera.

¿De qué manera esa historia imprimiría su huella en la música de Luis? A través de Tomás. Tomi, el músico atravesado por Stravinsky y Los beatles al mismo tiempo, era una cabeza ya relacionada al tango y con preguntas artísticas y existenciales poco habituales. Tomi fue quien le permitió a Spinetta volver a la guitrra rítmica, al canto y a la canción ("Luis quería retomar lo que ya era: un compositor de canciones", dice Gubistch en el libro). Tomi -guiado por Spinetta- trajo el color de Buenos Aires que el flaco había soltado en Almendra ("Ese costadito como de acá"). Tomi será la llave también para llevarnos de viaje por Europa, una vez disuelto Invisible, como parte del nuevo octeto electrónico de Piazzolla, en un relato donde Astor aparece en estado de furia y desorientado artísticamente frente a las músicas que el mundo estaba proponiendo como novedad.

Así va tejiendo Graziano la telaraña. El vínculo Spinetta-dictadura-El jardín de los presentes por supuesto no es obviado. Es un punto que va dejando migas a lo largo de la lectura para que uno al volver la vista atrás cierre el círculo. La relación de Spinetta con la política nunca fue obvia, ni siquiera cuando tocó en la Casa Rosada. Ahí están su manifiesto de 1973; su modo de plantarse frente al negocio; su aparición en la galería de personajes del año de la revista Gente en el 76 como ejemplo vivo de una música bien hecha que "sacó patente de normalidad"; o su testimonio a Berti reconociendo que al principio, cuando se enteró del golpe, sintió alivio. Pero por otro lado está su respuesta artística (siempre la más contundente tratándose de un artista) de volverse más lírico para no embadurnar su arte con las atrocidades del afuera. Martín Rodríguez, en el prólogo, anota certeramente: "Spinetta huía de la realidad, pero la realidad no huía de él". Me recuerda a Martín Prietto en un poema: "La política / que pareciera estar fuera del cuadro / es la misma que lo sostiene". Hay un gesto político en ese salir de lo explícito, en torcionar la forma estética hasta romper con lo esperable.

En la lectura a Martín Graziano se lo puede adivinar apasionado degustando paso a paso la escritura de un libro que está escrito con pulso musical. Un libro escrito con el oído también. "Los momentos más lindos son los que no sé lo que estoy escribiendo". La charla es apenas un convite a dentrarse en las páginas.

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El genio. "Invisible es el momento en que empieza a controlar esa energía. El genio como entidad es como algo que emite incluso cosas imprfectas. Es más, los artistas que son geniales son imperfectos. Hay un momento en que el artista trabaja casi como arquitecto y empieza a controlar eso, ese es el momento perfecto. 'Tengo el genio pero además lo sé domar. Tengo el contacto directo con el otro lado, con el inconsciente y a su vez lo puedo controlar'. Acá [en el Jardín de los presentes]tenés a Spinetta en estado de gracia".

Trascendencia. "El abanico de su influjo trasciende al rock finalmente".

Identidad. "Hay un concepto que tira Melingo en [la película] Charco donde dice que se le puede poner cualquier nombre a la música de acá, pero en un punto el perfume es siempre el mismo, es algo que podríamos llamar identidad, que oscila pero es siempre el mismo y de acuerdo a las estéticas del momento (...) En una época se tocó con tres guitarras criollas, en otro con orquestas típica, en otro era la jazz band, en otro con guitarra bajo y batería, en otro con mellotrones, pero siempre era la misma música... no diría la misma música, pero lo que está en el fondo es lo mismo".

El problema de la canonización. "Spinetta parece ser una especie de divinidad, está canonizado muchas a veces, y para mí ese es un problema. Porque a mí no me interesa eso, a mí lo que me parece extraordinario de Spinetta es que era un tipo. 'Hoy doy a luz a mi madre por primera vez', dice en Téster de violencia. El otro día lo escuchaba y pensaba: '¡Qué poeta que tuvimos en la música popular!'. Es una cabeza conectada a algo superior. O un ente, porque cabeza está conectada a la razón y no es eso".

Vínculo Spinetta-política. "Hace poco me enteré que su padre había sido empleado de la CBS, que fue el estudio donde se graba este disco. Y fue expulsado por haber formado parte del sindicato después de la Libertadora. Y de filiación o extracción peronista. Esto termina de completar el panorama porque explica un montón de cosas".

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