"Un cuerpo, por más que lo pongas desnudo en fondo blanco y sin expresión, no es neutral nunca. Lo que significa es una cosa construída colectivamente". Lucía Naser en el FIDEBA esta semana en Buenos Aires
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Este lunes 22 y hasta el 30 de abril se desarrolla en Buenos Aires el Festival Internacional de Danza Emergente [toda la programación la encuentran acá]. El sábado aprovechamos para compartir una reflexión de la siempre interesante artista y socióloga uruguaya Lucía Naser. Este jueves a las 17.30 estará haciendo ERROR 404 en la Universidad Nacional de las Artes, sede Bartolomé Mitre, con entrada gratuita.
Nosotros vimos la obra hace un año en Uruguay y allí mismo tuvimos la posibilidad de charlar extensamente con ella [ver acá]. Transcribimos algo de lo que ya escribimos:
Nosotros vimos la obra hace un año en Uruguay y allí mismo tuvimos la posibilidad de charlar extensamente con ella [ver acá]. Transcribimos algo de lo que ya escribimos:
"Error 404 está teñida por el asesinato de Nadia Vera, productora mexicana, amiga y una de las directoras del festival de danza 4x4, en Xalapa.
La muerte de Nadia está directamente relacionada a su militancia en contra del gobernador del Estado de Veracruz. "El gobernador ha asesinado a un número de periodistas -que no son sus amigos- de un modo espeluznante. Hay mucha persecusión. Nadia era una persona muy activista, no solamente en el plano de la cultura, sino también con Yo soy 132, con la elección de Peña Nieto, con Ayotzinapa", recuerda Lucía. El resultado fue un cuerpo vejado, torturado, violado, asesinado. "Toda esta radicalidad política que nosotros concebimos que estamos practicando en la danza, está demasiado cómoda en relación a lo que pasa cuando uno es radical en el mundo real", reflexiona".
La muerte de Nadia está directamente relacionada a su militancia en contra del gobernador del Estado de Veracruz. "El gobernador ha asesinado a un número de periodistas -que no son sus amigos- de un modo espeluznante. Hay mucha persecusión. Nadia era una persona muy activista, no solamente en el plano de la cultura, sino también con Yo soy 132, con la elección de Peña Nieto, con Ayotzinapa", recuerda Lucía. El resultado fue un cuerpo vejado, torturado, violado, asesinado. "Toda esta radicalidad política que nosotros concebimos que estamos practicando en la danza, está demasiado cómoda en relación a lo que pasa cuando uno es radical en el mundo real", reflexiona".
En esa misma conversación apareció este pensamiento acerca del valor de la transgresión que vale la pena volver a leer y escuchar:
"Por un lado entiendo, que somos personas singulares, que cada uno tiene
sus procesos, que una obra es diferente para cualquier persona que la
mira; pero por otro (y acá me pongo socióloga) hay una falta de
reconocimiento de cuánto los ambientes en los que estamos nos
determinan. Vos te conmovés diferente si ves a tu tu
grupo de referentes conmovidos por algo. Ahí hay algo que se activa y
decís: 'Esto debería conmoverme'. Es hipócrita decir que somos sujetos y
nos relacionamos de manera singular con las cosas. Me incomoda un poco
eso. ¿No
será que nuestros gustos estéticos en la danza también son una especie
de consenso formado por esta microcomunidad y que lo que me gusta o no,
no está tan librado a mi sensibilidad, sino que hay una construcción
ahí? Todo bien con que la danza contemporánea haya querido quebrar los
parámetros más rígidos de recepción y codificación. No sé si lo logró
tanto, pero negar y hacer de cuenta que ya estamos del otro lado hace
que no nos enfrentemos al problema de que construimos sentido
colectivamente. Un cuerpo, por más que lo pongas desnudo en fondo blanco
y sin expresión, no es neutral nunca. Lo que significa es una cosa
construída colectivamente. Eso por un lado. Y por
otro, volviendo al tema de la transgresión, me conflictúa esta apuesta
al valor de la transgresión en sí. Está bien que transgredamos lo que el
cuerpo puede hacer, lo que no debe hacer, los parámetros de
comunicación, transgredimos los formatos de presentación, los modos de
significación. ¿Y? Ya demostramos que somos capaces de eso, que te puedo
poner la concha en la cara, que puedo llevarte a un lugar y hacerte ver
mi obra tirado en el piso en un rincón, puedo transgredir tu lugar de
espectador y convertirte en protagonista, puedo transgredir mi lugar de
artista y venir sin obra. Tá, ya demostramos que somos capaces de todo
eso. Pero se me está quedando un poco pobre esa absolutización del valor
de la transgresión. Porque veo lo que le pasa a mis amigas que no están
en la danza, veo lo que le pasa a mi pareja y todo ese esfuerzo por
descolocar al otro... ¿después qué? ¿Le voy a dar algo más allá de
descolocarlo e incomodarlo?"
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