La radio y yo

Mi relación con la radio se debe remontar al inicio de mi existencia. Casi desde que tengo memoria recuerdo la presencia de la radio en mi casa. Había una portátil que iba de un lado a otro, era una radio cuya marca no recuerdo con un parlante negro y el dial en color verde. Mi viejo la llevaba al campo todas las semanas y en casa creo que quedaba un Winco en el que se podía escuchar AM. Me acuerdo el día que papá apareció con el plástico que revestía el parlante de la radio todo deformado, era como si se hubiesen creado tres lomas de burro una al lado de la otra. Evidentemente, la radio había sido ubicada en la luneta del auto y en la ruta el sol la moldeó a su gusto y piacere. Aún así –por supuesto- la radio siguió funcionando y nos acompañó por mucho tiempo más hasta que compraron una Tonomac, muy linda ella pero a la que le perdí el rastro. Hace unos 10 años se cambió por una Aiwa que venía de la casa de mi abuela y que terminó por ser más moderna pero mucho –muchísimo- menos fiel ...