"Es un disco bien argentino y habla de Argentina" - Mauro Valenti presenta Danza cínica

                                                                          
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Mauro Valenti viene de una larga experiencia musical con la banda Fotos del otoño y de un primer disco en solitario: La Paz (2014).  Una vibra extraña lo llevó a componer una serie de canciones que vuelven su nuevo trabajo indudablemente coyuntural y urgente. Un disco donde se escucha su cuerpo y que no casualmente se llama Danza cínica: la nuestra y la de él, la de quienes bailamos sobre los escombros y la de aquellos que cantan sobre los escombros. Danza cínica la del presidente Macri el día de su asunción.

Hay en lo sonoro ecos de los 80s asumidos con orgullo y elegancia. Hay sintetizadores, baterías electrónicas, guitarras y bajos. Es que los 80s volvieron (también en ese verso nada inocente que dice 'En el baño toman cocaína') como volvieron los 60s, los 70s y los 90s para ser un sonido más en el bazar donde todo se encuentra y es factible de ser utilizado hasta el sinsentido. El gesto de Valenti (artista mutante) es justamente no vaciar de contenido ese sonido, sino reponerle furia. Danza Cínica no es un gesto estético (solamente), es una voz en el desierto. Un disco cantado con un nudo en el alma, porque 'no es igual sangrar que tener un nudo en el alma'.

Si advertimos que su cuerpo se escucha es porque el compositor está cargado. Todo su mundo -presente, pasado, referencias cinematográficas, musicales- está puesto en las canciones. Con ganas de devastar la ciudad, dispara e increpa a los opinólogos, a los que solo tienen en la boca el yo yo yo, a los que dan cátedra con moralina y a los que pierden la luz; todos personajes que circulan en la ciénaga neoliberal mundial. 

Discute con la época y con los músicos. Habla desde lo subterráneo, al filo de la noche, desde su depatamento de Saavedra donde compuso, grabó y tocó todos los instrumentos de estas diez pizas que después masterizó Mario Breuer. Habría que escucharlo para recibir el cachetazo y despabilarse de una buena vez. Y no escaparse de uno mismo.

ACÁ se puede descargar la charla. Abajo está el programa completo. El segmento de Mauro se escucha al minuto 32,30.


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Danza Cínica. "Lo hice 100 por ciento acá en mi casa. Lo único que no hice fue el mastering que lo hizo el gran Mario Breuer. Después, todo el proceso de composición, de grabación, prueba y errores lo hice acá donde estamos ahora. Eso permite no tener que estar atado al tiempo, que no te corra el reloj. Me parece importante -por lo menos ahora- darle espacio a eso, a tomarte el tiempo que necesites para un arreglo, para probar".

La furia. "Sinceramente no fue algo muy planificado ni muy conciente. Se ve que hay algo que opera en mí como para contrastar las músicas. Yo empiezo componiendo por las músicas. Si la música es más abstracta tratar de compensarlo, de generar una tensión con una letra directa. O viceversa, si la música es más directa la tiendo a abstraer desde la letra. ¿Qué pasaba? Hay cosas que están en el aire y tiene que ver con cuestiones políticas, sociales y personales. Hay un momento en que todo eso converge y aparece la lírica, pero siempre condicionada por la música que tengo de antemano que me va disparando estímulos como para tratar de descubrir qué palabras se esconden ahí, qué nos quieren decir esos sonidos, esas armonías. (...) Las letras no son poesías, la cancha está muy marcada por esos sonidos. Ni es lo mismo una palabra que otra, es la que se esconde ahí".

El título. "Apareció esa frase sin pensarla. Hace referencia a un situación política del país. Incluso a una cuestión que me cuesta decir tan gráficamente, pero ver al presidente bailando en ese balcón cuando asumió me parece muy cínico. Todo lo que vivimos hoy en día me parece de un cinismo tremendo. Y eso quedó impregnado. Hay una atmósfera bastante hermética, oscura. Y la danza cínica puede trasladarse a los músicos también, a ciertos códigos que se manejan en el underground, esta cosa de ser solidarios con otro músicos pero en realidad siempre estar pensando en uno, el yo yo yo, el egocentrismo que nos atraviesa a todos, porque yo estoy dentro de eso, ¿eh?, no me pongo afuera. Hay todo un juego en el disco entre la falsa moral, la cosa careteada, pero también con una debacle cultural absoluta y una manipulación desde los medios que hace que en las letras hable de eso". 

Los 80s. "El disco tiene un sonido medio ochentoso, pero las letras son muy actuales. Ahí hay un contraste. Incluso es bastante nostálgico. Yo no tengo problemas en decir que hay una nostalgia de un momento de uno, hay una atanción puesta, un foco".

"Ver al presidente bailando en ese balcón cuando asumió me parece muy cínico. Todo lo que vivimos hoy en día me parece de un cinismo tremendo. Y eso quedó impregnado. Hay una atmósfera bastante hermética, oscura. Y la danza cínica puede trasladarse a los músicos también, a ciertos códigos que se manejan en el underground".

La melodía. "Es lo que a mí me emociona de la música. Las canciones que tienen una linda melodía me pueden. Yo vengo de ese universo beatlero y todo lo que vino después como el britpop de los 90s y el rock argentino que tiene grandes melodistas: Fito Páez, Charly García, Cerati, Elthon John. Yo busco siempre que haya una buena melodía. Yo agarro la guitarra y no me pongo a tocar temas de otros, sino que trato de jugar con acordes y cantar arriba y ver qué melodía puedo dibujar. Y a eso después le pongo una letra como pasó con Danza cínica".

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