Rodrigo Carazo: Ecos peregrinos


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Algo pasa entre las casas y Rodrigo Carazo. Sus dos discos solistas Ríe río (2013) y Oír e ir (2015) fueron grabados en dos casas diferentes en Unquillo, provincia de Córdoba. Pero además, los dos volúmenes que está produciendo actualmente y saldrán en octubre se titularán Octógono, en honor al nombre de la casa donde vive con su compañera. ¿Por qué un músico tan interesado en el viaje espiritual, en el diálogo con el universo y la naturaleza, remarca la importancia de las casas? ¿Será que no es tan determinante la estructura con paredes y techos como el poder ponerle nombre a las etapas de su peregrinaje? 

Nacido en Córdoba pero criado en Tierra del Fuego, la música que hacía en su adolescencia estaba teñida por la dureza sureña. "Me rodeaba un clima hostil, de encierro, de consumo de la televisión, entonces mi música expresaba eso que me rodeaba -nos contó en conversación con nuestro programa de radio en FM La Tribu. Después me fui a Córdoba y luego de un período en la ciudad me fui a las sierras. Lo que me empezó a rodear fue el cielo, el sonido de los árboles, los pájaros... Yo sentí mucho ese quiebre en mí". 

Si el quiebre llegó al sentirse rodeado de inmensidad, podríamos decir que en el diálogo entre lo que está encima de uno y lo que uno pisa -entre el aire y la tierra- se va tejiendo su música. Reformulemos: la casa de Rodrigo Carazo es la música. Allí su morada. Su viaje no es el de quien se agarra a la tierra con estacas, sino uno de total apertura al mundo. Su búsqueda está en lo mínimo y eso no significa que no intente "producir a lo grande"; en sus canciones hay timbres, texturas y colores que se enciman, lejos del minimalismo. 

Según parece, a Carazo lo desvela encontrar el aliento del pasado que vive en cada cosa que nos rodea. Esto se expresa en canciones donde le canta a las hojas de eucaliptus que "llevan en el alma canciones viejas / suenan a otras vidas, ecos peregrinos" (200 Eucaliptus), o en reflexiones sobre una piedra que al horadarla terminará por develar un canto africano. Es que Rodrigo es un apasionado de la música africana y su colección de instrumentos es la prueba de que su investigación siempre va ligada al detrás de lo que se escucha. "Yo fui cavando en una piedra hasta llegar a África. No había pensado nunca en África", nos dijo. 

¿De dónde venimos?, ¿dónde están las raíces?, ¿cuál es la casa de uno?, ¿a dónde va la imagen nuestra que se refleja en el río si el río nunca es el mismo y la imagen se derrumba a cada paso? Lo que nace y muere constantemente también está presente en su música. Por ejemplo en Universo"En la mano del campo crece el joven sauce / mirándose en el río que se llevará su imagen".

De todo esto hablamos con Rodrigo antes de su presentación en Café Vinilo el jueves 16 a las 21:00 hs.

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África. "Yo empecé investigando el blues y el gospel. Canté gospel dos años (...) Empecé a descubrir la negritud, yo fui cavando en una piedra hasta llegar a Árfrica. No habia pensado nunca en Árfrica como algo a abordar". 

La música. "Siento que la música es un medio de salud personal. La hago de muy chico a partir de un lugar muy instintivo que fue tiñéndose de mis propias experiencias. En Tierra del Fuego me rodeaba un clima hostil, de encierro, de consumo de la televisión, entonces mi música expresaba eso que me rodeaba. Después me fui a Córdoba y luego de un período en la ciudad me fui a las sierras, lo que me empezó a rodear fue el cielo, el sonido de los árboles, los pájaros... Yo sentí mucho ese quiebre en mí. Con Ríe río y Oír e ir, mi música empezó a teñirse de esos azules, de esas imágenes. A través de la mirada y la observación de aquel árbol entendí qué era un árbol autóctono y qué no, qué procesos tenía la hoja, cómo era que un árbol que no era de acá había llegado, y entendí la historia y la naturaleza. Mi música se tiñó de esos aspectos. Una poética que no sea un dogma sino una apertura".

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