"No me interesa saber cuáles son mis límites y cuál es el sonido que instalé" - Entrevista a Shaman Herrera


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"La música la pensamos más por el sonido que por otras cosas", dice Shaman Herrera. Junto a Los pilares de la creación acaba de editar El primero es el último, uno de los disco más potentes que ha entregado este 2018. "Es el disco más personal mío. Arranca cuando me entero de que mi mujer Reggi estaba embarazada", nos contó en Patologías Culturales hace unas semanas. Algo podíamos intuir porque una de las canciones adelanto fue la preciosa Govinda que no es otra cosa que el nombre de su hija ("no esperes nada y da", es el consejo que se escucha). Instalado en el Observatorio de Epuyén desde hace un año, Shaman volverá a Buenos Aires el próximo 16 de diciembre para presentarse en el CAFF.

El disco arranca con El año del gallo, una pieza insrumental donde el piano y la guitarra se alían para ir mostrando la melodía, aunque por momentos dejan protagonismo al color del cello. Siempre estuvo en la cabeza de Shaman sumar una letra y su voz, pero llegado el momento se dio cuenta de que la linea melódica era tan potente que no había nada que agregar, la canción era eso y hasta le pareció una buena idea ponerla como comienzo del disco: "Una sorpresa en estos días", nos dijo refiriéndose a empezar con un instrumental.

Lo que verdaderamente sorprende es la manera en que se va construyendo rítmicamente el disco a medida que avanza la escucha. No hay canción que no tenga un pensamiento rítmico. "Yo soy muy fan de la poliritmia", dice y nos ayuda a entender un poco por dónde viene su enganche. Si algo no pasa desapercibido es que Shaman y los pilares de la creación están pensando cómo sonar: hay tuba, cello, violín, viola, trombón, clarinete, trompeta, bajo, piano, guitarras, sintetizadores y batería. Las bases van por lugares extraños y las melodías que flotan por encima llevan "montañas que se hunden", "mares que se hacen nubes" y "sombras que se alargan" hasta implosionar. 

Su voz es un capítulo tan importante como lo anterior. La patagonia se hace presente en su canto cada vez que pronuncia palabra. "Fui experimentando mucho con mi voz y fue saliendo. Y después, obviamente, cuando uno canta sobre el lugar de pertenencia y le pone alma a la voz, lo cantás con sentimiento verdadero, resuena en el otro. Eso se siente porque yo le pongo la energía. Cuando hablo de motañas y ríos estoy pensando en la patagonia, estoy con esa imagen en mi cerebro. Yo cierro los ojos cuando canto y proyecto esas imágenes en mi propia película interna, y eso sale para afuera y lo siente el otro (...) Yo siento el lugar y quiero que eso se vea expresado".


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World music. Shaman escucha mucha música. De allí su definición tajante cuando define lo que hace: "Yo siento que hago world music, aunque suene horrible. Es el género más horrible de todos, las palabras suenan feo. "Qué hacés?", me preguntan. "Hago world music". "¿Cómo world music?, ¿música del mundo?". "¡Y sí, música del mundo, hermano!". Porque yo escucho mucha música de todos lados y eso trato de meterlo en mi propio setimiento patagónico, pero finalmente son influencias que no necesariamente vienen de la música patagónica, sino que vienen de Mongolia, de Inglaterra, de la India, de África... Todo eso lo llevo para hablar de mi propio lugar. Porque la patagonia no tiene una folclore propiamente dicho, no hay un lenguaje común a todos, no hay una chacarera patagónica".

Habrá que ir a buscar en los ancestros, en la historia musical de los pueblos originarios, para encontrar el folclore de la patagonia. "Lo que pasa -dice- es que juegan en otra estructura, juegan en otro lenguaje musical que no es occidental. La chacarera está buenísima pero es un ritmo occidental, hay un tempo y cosas así. Las músicas de la patagonia, en cambio, flotan; es otra cosa, es otra la intención, no tanto el entretenimiento".


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El canto gutural. En el año 2009, su amigo Tulio Simeoni (baterista de Los Hombres en llamas y de La patrulla espacial) estudiaba música en la Universidad de Bellas Artes y un profesor le mostró el canto gutural que hacían los tubanos. "Mirá negro lo que hacen estos tipos", le dijo a Shaman, que se puso a practicar hasta lograr sacar ese sonido. "Tuve la facilidad y fue una revelación. Me quedé shockeado cuando salió ese sonido, porque es un arma de doble filo. Para alguien como yo (al que le interesa la composición) en una canción tiene que encajar justo. En este último disco no hay canto gutural, porque para mí es un recurso más y si ese recurso no me sirve no lo voy a estar explotando porque es flashero", aclara.

"En este último disco no hay canto gutural, porque para mí es un recurso más y si ese recurso no me sirve no lo voy a estar explotando porque es flashero"

"El año pasado me crucé una chica que me reconoció. Estaba esperando el bondi en El Bolsón para ir a Bariloche. 'Shaman, ¿vos sabés que el canto que vos hacés, para los que sanan, es sanador? El sonido sanador por excelencia es ese canto. Si vos agarrás el sonido y te ponés frente a gente que necesita sanar, y hacés el canto con intención de sanarlos, los sanás'. Y yo me quedé... [hace el gesto de duro]. Me dio mucho miedo. Creo que la finalidad última de la música es hacerle bien a la gente, hacerte salir de la matrix y desconectar. Sanar sería el último fin de la música, pero da mucho miedo pararme frente a alguien que está enfermo para sanarlo. Me sentiría un manosanta... es loco. Es un recurso muy poderoso y yo le tengo mucho respeto porque es muy espiritual".

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¿Hay más? Sí, hay más. Le preguntamos si no siente que junto a otros músicos ya instalaron una sonido que remite a la ciudad de La Plata. "No me interesa saber cuáles son mis límites y cuál es el sonido que instalé, sino me interesa olvidarme de eso y avanzar y ser el sonido para los demás de los próximos 15 años también. Cuando uno se aggiorna y sabe que le va bien... No hay que tener miedo a caerse, eso digo. Yo no tengo miedo a caerme. Puedo caerme del precipicio y está todo bien, porque voy a haberlo decidido yo, no una traba impuesta por una moda".

Entre muchas otras cosas hablamos de su cansancio de la ciudad / la movida platense / su vínculo con Daniel Melero ("me lleno de un montón de data que tardé años en procesar") / tocar con Daniel Johnston.

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La primera parte se descarga ACÁ.

La segunda parte ACÁ.

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"No hay que tener miedo a caerse, eso digo. Yo no tengo miedo a caerme. Puedo caerme del precipicio y está todo bien, porque voy a haberlo decidido yo, no una traba impuesta por una moda".

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