"Estuvimos a punto de perder el disco muchas veces" - Entrevista con Alucinaria
Hace dos semana pasaron por Buenos Aires para presentar 'Días de fuerza'. En medio de un raíd de notas, se hicieron un rato para venir a charlar con nosotros y nos regalaron dos canciones acústicas en vivo. Lo pueden escuchar acá.
Programa N° 572. Nos visitaron los rosarinos de Alucinaria. Pablo Comas es compositor y está al mando de las voces, teclados y guitarras; Federico Toscano toca batería y percusión. Vinieron a presentar el flamante Dias de fuerza, un disco -según sus propias palabras- muy cerebral en el que trabajaron a lo largo de dos años. ¿Por qué? "Nos pusimos enrevesados -dirán. El problema es que estábamos involucrados en lo que tratábamos de escribir y ese es un punto de distinción respecto del primer disco donde no pasaba eso. Ahí nosotros éramos los actores, los narradores, estábamos en otro lugar. En Días de fuerza estábamos implicados en el problema, entonces terminar las letras y la mezcla era todo un proceso de entrega en el que uno tenía que ponerse en una posición. Suena muy místico pero así lo vivimos. Ahora ya pasó".
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Programa N° 572. Nos visitaron los rosarinos de Alucinaria. Pablo Comas es compositor y está al mando de las voces, teclados y guitarras; Federico Toscano toca batería y percusión. Vinieron a presentar el flamante Dias de fuerza, un disco -según sus propias palabras- muy cerebral en el que trabajaron a lo largo de dos años. ¿Por qué? "Nos pusimos enrevesados -dirán. El problema es que estábamos involucrados en lo que tratábamos de escribir y ese es un punto de distinción respecto del primer disco donde no pasaba eso. Ahí nosotros éramos los actores, los narradores, estábamos en otro lugar. En Días de fuerza estábamos implicados en el problema, entonces terminar las letras y la mezcla era todo un proceso de entrega en el que uno tenía que ponerse en una posición. Suena muy místico pero así lo vivimos. Ahora ya pasó".
Si en La última rotación del sol (2012) transitaron un camino más eléctrico y relacionado al power pop, ahora viraron. En el camino se encontraron con la música de La Perla Irregular y de P.E.L.S, dos bandas contemporáneas que hacían real la posibilidad de recrear el sonido de los 60s con toques propios y originales. Con esa data en la cabeza empezaron a trabajar en Días de fuerza. "Siempre fue un objetivo que el disco fuera excesivo, tributando lateralmente a esos discos de los 60s, pero con una temática actual - dijo Pablo. Ahora hay un casamiento con determinadas estéticas que a nosotros no sé si nos interesa tanto. ¿Cómo en esta era de homestudio, de tanta tecnología, de información, de tanto acceso y facilidades, una banda puede abordar una épica de grandes estudios, grandes orquestas como hace 50 años, estructuras complejas sin ser nosotros músicos de conservatorio?".
Entre las 14 canciones encontramos, pues, la respuesta a esa pregunta y un espíritu repleto de paisajes sonoros que tributa una idea de obra hija de los sixties. A ese mundo hay que sumar las imágenes que proliferan en las letras. En Paz (excepto para las almas despeinadas), la canción que habían mostrado como adelanto del disco, hay una frase que dice: 'Quiero pelear para no desaparecer'. En Visiones del más acá: 'Abrazame que me voy lejos / donde nadie puede ir'. En Mancha: 'La guerra mía es contra mí / porque soy las voces que marchitan mi jardín'. La idea de lo finito ronda. O de la transformación: ese límite entre estar aquí y dar el paso hacia otro lado sin que eso signifique (únicamente) morir. Pablo lo explica así: "El disco empezó teniendo ese espíritu: la cuestión de la pérdida, el miedo, afrontar el vacío, blablabla. Se empezó a generar una cuestión metonímica en relación a la muerte y todos sus sinónimos y parientes. En el proceso nos terminamos dando cuenta de que el disco está hablando del ego y el ego es el tema. La pérdida, en todo caso, no es más que una proyección de tu necesidad de controlar las cosas. El impacto que provocan algunas pérdidas no tiene que ver con lo real, tiene que ver con algunas cosas imaginarias y de cierto narcisismo. El disco se vió imbuido de ese concepto porque hubo problemas, iba a hablar sobre la pérdida y se transformó en el problema después. Estuvimos a punto de perder el disco muchas veces. En la ambición de hacerlo de una manera... el disco se nutrió de toda esa energía. Había un aura optimista y nos dimos cuenta de que no lo era tanto, era un color de superficie, pero había otros tonos muchos más agridulces".
Entre las 14 canciones encontramos, pues, la respuesta a esa pregunta y un espíritu repleto de paisajes sonoros que tributa una idea de obra hija de los sixties. A ese mundo hay que sumar las imágenes que proliferan en las letras. En Paz (excepto para las almas despeinadas), la canción que habían mostrado como adelanto del disco, hay una frase que dice: 'Quiero pelear para no desaparecer'. En Visiones del más acá: 'Abrazame que me voy lejos / donde nadie puede ir'. En Mancha: 'La guerra mía es contra mí / porque soy las voces que marchitan mi jardín'. La idea de lo finito ronda. O de la transformación: ese límite entre estar aquí y dar el paso hacia otro lado sin que eso signifique (únicamente) morir. Pablo lo explica así: "El disco empezó teniendo ese espíritu: la cuestión de la pérdida, el miedo, afrontar el vacío, blablabla. Se empezó a generar una cuestión metonímica en relación a la muerte y todos sus sinónimos y parientes. En el proceso nos terminamos dando cuenta de que el disco está hablando del ego y el ego es el tema. La pérdida, en todo caso, no es más que una proyección de tu necesidad de controlar las cosas. El impacto que provocan algunas pérdidas no tiene que ver con lo real, tiene que ver con algunas cosas imaginarias y de cierto narcisismo. El disco se vió imbuido de ese concepto porque hubo problemas, iba a hablar sobre la pérdida y se transformó en el problema después. Estuvimos a punto de perder el disco muchas veces. En la ambición de hacerlo de una manera... el disco se nutrió de toda esa energía. Había un aura optimista y nos dimos cuenta de que no lo era tanto, era un color de superficie, pero había otros tonos muchos más agridulces".
En los pliegues de lo agridulce es donde aparece aquella épica que mencionaba Comas y que acompaña cada canción; la épica del que vuelve, del que suelta, del que se contagia de luz y sombra, del que vence la espera, del que se enamora de lo que ya se murió, del que aterriza sobre las heridas. Esa épica fue buscada y -no es menor- encontrada.
"Siempre fue un objetivo que el disco fuera excesivo, tributando lateralmente a esos discos de los 60s, pero con una temática actual" (Pablo Comas)
Última acotación antes de dejarlos con el audio de la entrevitsa. Atención con el Pablo Comas escritor que puede entregar frases como '¿A dónde vas sin poner el cuerpo?'. "Hay ciertos mandatos culturales que te meten en una trama que es muy de la mente, donde el cuerpo parece no estar implicado. Cuando estás en tu cabeza estás en una película hasta que pasa algo con el cuerpo que te saca de la narración y tenés que obligarte a que la narración que tenés y el cuerpo peguen, encajen (...) En el cuerpo está la realidad que tendríamos que atender. Y este es un disco muy cerebral paradójicamente".
"Siempre fue un objetivo que el disco fuera excesivo, tributando lateralmente a esos discos de los 60s, pero con una temática actual" (Pablo Comas)
Última acotación antes de dejarlos con el audio de la entrevitsa. Atención con el Pablo Comas escritor que puede entregar frases como '¿A dónde vas sin poner el cuerpo?'. "Hay ciertos mandatos culturales que te meten en una trama que es muy de la mente, donde el cuerpo parece no estar implicado. Cuando estás en tu cabeza estás en una película hasta que pasa algo con el cuerpo que te saca de la narración y tenés que obligarte a que la narración que tenés y el cuerpo peguen, encajen (...) En el cuerpo está la realidad que tendríamos que atender. Y este es un disco muy cerebral paradójicamente".
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La entrevista para escuchar ACÁ
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